Ven a compartir conmigo
Ven desde el origen
turbulento del océano,
desde el arcano
tibio que brilla
entre la noche.
Ven con toda tu inocencia deshojada,
con tu paso suelto
de viajero
enfebrecido.
Sólo hay que escanciar el vino
de florida espuma
Sólo hay que escanciar el vino
de florida espuma
entre ménades, sátiros, silenos; entre ninfas y Pegaso
trovador de leyendas
embriagantes.
Ven, amigo, con tus
ojos
donde un reflejo
ancestral de transparencia
sella tus pupilas
y los cantos del
silencio se desgajan.
Tu voz profunda
la noche ciega
de velos perfumados,
sueño musical que
se aquieta
poco a poco.
Dime ¿dónde
comienza tu cuerpo
y termina el mío?
Estrellas de
vibrante cabellera,
rosa en su perfume
evaporada.
Ven, domador de
soles,
no entiendo aún de
entregas errabundas,
de besos sin
grilletes
que llevan
cataclismos
de constelación
eterna
y arrebatan nuestro
ser de toda vestidura.
¿Dónde la humedad
dorada nos envuelve?
Y no puedo ya
reconocerme en tu mirada.
Algo mío se quedó
en tus manos
y mi pecho,
acezante, pide un febril renacimiento.
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