A veces miro todo
como un sueño.
como un sueño.
Fluyo,
me detengo.
Mi
mano toma forma:
es
metal maleable
pero
firme.
Ahora
no puedo decir
si
esto que me está pasando
en
verdad me pasa.
Mi
cerebro es un nudo
comprimido.
No entiendo
cómo
lo
que ayer amaba
lo
olvidé de pronto.
Me
deslizo como sombra,
un
eco prolongado
oigo.
Se
extingue.
Busco
la verdad
y escapa
de las manos
como
anfibio.
La
última verdad
que
respuesta a todo
tenga.
Mi
ser se tambalea
y
me siento espiga de agua.
No
entiendo aún de pérdidas,
brusco
adiós
entre
la noche.
Es
el juego de la vida.
La
sombrilla que se cierra
de
repente.
Regalos
de cristal
cortante.
Me
doy cuenta ahora
que
la vida
es
un puñal de oro.
De un recuerdo venidero
a la geometría me consagro.
Caricia
antigua
en
la piel de mi universo,
en
sus ebrias rotaciones
llega
al puente divisorio
que
me habita.
Colecciono
retazos de memorias
de
espejismos desdoblados
de
sed multiplicada
en
la quietud sin rostro
de
los sueños.
Laberinto
de dulzura,
a
la vuelta de su miel
se
amarga.
Cuántas
redondeces
vueltas
polvo.
Cuánto
candor
en
holocausto.
A
la hechura de los santos me asimilo
con
las manos empapadas
de
pecado.
Lento el caminar ciego hacia todas partes.
Parto de mí misma
viajera
sombra translúcida
polen
almidonado que
vuela
entre luz y polvo.
entre luz y polvo.
Cuánta
muralla.
Cuántos
ojos silenciosos
en
el corazón de
la noche.
Todo
anida en la memoria
como
pájaro sin viento,
se
agita, revienta
en
corolas de humo.
Allí
se construyen imágenes de la vida
Allí
florecen los recuerdos.
Los
sueños se visten
de
semilla fértil.
No
hay más.
(De mis primeros poemas)
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Deja un comentario